martes, 3 de noviembre de 2020

DEPREDADORES DE ENERGÍA

El Universo se compone de una infinidad de depredadores de energía, desde la estructura más gigantesca hasta la partícula más insignificante, y todas interaccionan con el ambiente que las rodea.

Nosotros como parte del Universo también somos depredadores, y como especie nos alimentamos y respiramos, y como estamos hechos de una base de carbono, interaccionamos con la atmósfera que nos rodea y nos oxidamos fácilmente en un intercambio energético constante. Y es a raíz de este razonamiento y de una definición extraída de internet que define el proceso: “La respiración aeróbica es un tipo de metabolismo energético en el que los seres vivos extraen energía de moléculas orgánicas como la glucosa, por un proceso complejo en donde el carbono queda oxidado y en el que el aire es el oxidante empleado”; cuando me pongo a establecer paralelismos con otros procesos energéticos ligados a la medicina. El cáncer, la artritis, e incluso el coronavirus, anclan sus progresos en un intercambio energético favorecido por la oxidación celular. Un mecanismo que sólo puede ser contrarrestado a través de mecanismos antioxidantes y que se van perdiendo con la edad. Luego sólo podemos confiarnos a los cortafuegos en forma de medicamentos que impiden la conexión con las proteínas de las células y a remedios varios que interaccionan con los virus y otras estructuras oxidantes.

Sea como fuere vuelvo a la idea inicial, todos somos depredadores de energía, y en mayor o menor medida, consumimos más recursos en función de nuestras necesidades vitales, y parece que no nos importe nada a nuestro alrededor para conseguirlo, por lo que es paradójico pensar que a nivel energético hay estructuras tan ínfimas como un coronavirus que nos roba parte de nuestra energía por el simple hecho de mantener su efímera supervivencia.