No pertenezco a una generación
cultural reconocible porque realmente podría adscribirme a cualquiera. Crecí
con los clásicos y de vez en cuando voy intercalando lecturas de autores
modernos. Musicalmente crecí en los ochenta, arquitectónicamente en los
noventa, la pintura me llegó tarde, justo cuando comencé a visitar los grandes
museos de Madrid, Londres y Nueva York, luego me quedé con las ganas de entrar
en El Louvre de París, pero ya habrá tiempo de ello, la estancia fue corta.
Ideológicamente no me identifico con ninguna tendencia dominante, tal vez
porque me considere un poco ácrata, lo del capitalismo tampoco lo llevo bien,
si entendemos que la acumulación de riquezas se aleja bastante de cualquier
concepto libertario. En fin, que según mis influencias puedo ser catalogado
como un ser completamente previsible.
No
me gustan las etiquetas fáciles, lo de establecer límites por generaciones me
parece algo burdo y simplista, prefiero hablar de movimientos que trascienden
más allá de la linealidad de una época concreta. Echo de menos movimientos
artísticos e ideológicos, especialmente en épocas de crisis como esta, porque
parece que no queremos enfrentarnos con la realidad, ni tan siquiera huir de
ella. Me gustaría fundar algún movimiento, aunque no me sienta capaz de hacerlo, o
por lo menos aspirar a dejarme llevar por alguno de ellos. Lo importante es
empezar a moverse, sea como sea, porque ya tendremos tiempo de detenernos y de
pasar al olvido.
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