lunes, 14 de noviembre de 2011

FRAGMENTOS-EL TESTAMENTO

“Perder el miedo es cosa de locos, pero hay toda una vida para intentarlo. En la frontera de la conciencia, donde se pierden las trazas de la moral, de­ambula la libertad de los genios y de los imprudentes.”

            Este es un fragmento de otro relato que escribí hace unos cuantos años. No es un relato fácil, hay mucha rabia contenida y un poso de dolor que es difícil de disimular. Más allá de todo esto también es una extraña dedicatoria hacia una persona que conocí en ese período de tiempo y de la que no quiero hablar, porque no hay nada que hablar después de tanto tiempo de silencios.
            Escojo este fragmento por varias razones, primero porque defiendo este espacio de libertad para  toda creación, pues como decía Oscar Wilde en su Retrato de Doran Gray, “un libro no es moral o inmoral, sino que está bien o mal escrito”. Recuerdo haber leído esta cita después de haber escrito mi relato y al momento identificarme plenamente con ella.
            Otra de las razones por las que hago referencia a este fragmento es comentar las muchas imbecilidades que se han dicho respecto sobre la conveniencia de seguir con nuestros miedos, como si esto de mantener nuestros temores nos mantuviera más cuerdos, sensatos y prudentes. He de reconocer que he ido superando mis miedos con el transcurso del tiempo y eso no me ha hecho ser menos prudente, en todo caso me ha hecho ser más tranquilo, pues a partir de un mejor conocimiento de la realidad y de una mejor definición de lo que se puede entender como voluntad, es posible condicionar nuestras emociones para aproximarse un poco más hacia lo que queremos, sin que nuestros temores nos atenacen. Desde luego, las emociones descontroladas nos alejan de esa serenidad y también nos hacen ser menos libres, aparte de que nos destrozan interiormente, por lo tanto sería mejor que reivindicáramos la voluntad como único camino para alcanzar nuestro frágil equilibrio emocional. Y es que somos seres racionales y no queremos morir, ni sufrir, independientemente de que tengamos miedo o no.

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