Acabo de leer
un artículo de Paul Krugman, en el que cuestiona la fe ciega que tienen algunos
en la austeridad y en modelos que son difícilmente contrastables, pues un
prestigioso estudio de Reinhart y Rogoft, que vinculaba crecimientos débiles a
elevado endeudamiento, y umbrales de sostenibilidad de deuda pública en niveles
del 90% del PIB se ha demostrado que es del todo incierto, hasta el punto que
se han detectado errores de cálculo en la propia hoja de Excel que servía de
base al modelo.
He de
reconocer que tengo bastante interés por la ciencia económica, y que no es menos mi
interés por la filosofía, de hecho ambos mundos tratan de aportar conocimientos
para la comprensión del medio; ahora bien, reconozco que en ocasiones se
extralimitan ofreciendo pautas para explicar aquello que no las necesita. Si
podemos convenir que el endeudamiento no es malo de por sí, sino que hay que
añadir factores de retorno de la inversión, convendría matizar que aquellos
parámetros que los economistas nos indican como puntos de insostenibilidad
dependerán siempre de la calidad de nuestras inversiones, así que es de lo más
estúpido generalizar en umbrales del 90%, o si me apuran del 120%, como se
tiende a aceptar por lo común, si no introducimos otros indicadores, o cuanto
menos me gustaría que de una vez por todas lo desglosaran por sectores para
tener una mejor perspectiva de la realidad, porque haciendo un paralelismo con
la filosofía, “la vida no tiene ningún sentido sino que somos nosotros los que
le damos sentido a nuestras vidas”, y aquí en España ya se sabe, no hay dios
que demuestre que nos guste gastarnos todo nuestro dinero en ladrillo y en
toros.
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