lunes, 20 de febrero de 2012

REFORMA LABORAL

      Este domingo salíamos a la calle en Valencia para protestar por esta nueva reforma laboral y creo que fue un éxito tanto en participación como en civismo. Me alegré de estar allí, porque hacía tiempo que no me manifestaba y sentí que era importante estar allí expresando mi indignación.
            No me voy a perder en detalles para descalificar la reforma, creo que ya se descalifica por sí sola. Me voy a entretener más explicando el contexto en el que se produce y en las consecuencias que va a tener si se mantiene tal y como está planteada. Qué decir tiene que arranca en un escenario de cinco millones de parados, en el que los salarios están cayendo casi a la misma velocidad que crece el desempleo, por eso no era necesario facilitar una nueva caída de salarios, porque por desgracia van a seguir cayendo durante un tiempo. A modo de ejemplo voy a explicar que en mi antiguo despacho me bajaron un quince por ciento el salario manteniéndome la jornada laboral intacta, y que más tarde me quisieron despedir alegando pérdidas con doce días por año trabajado dejándole ocho días para pagarme a cargo del fondo de garantía salarial. Al final tuve que negociar y conseguí treinta días, pero fue un proceso extremadamente complicado y engorroso. Ejemplos como el mío hay muchos, incluso peores, yo aguanté el tipo, otros sin embargo salieron por la puerta con las manos vacías hartos de que se les hiciera la vida imposible.
            Tampoco voy a entrar a valorar el marco laboral que la reforma propone, lo que me interesa exponer es que va a servir para que algunos empresarios “limpien” sus empresas, de trabajadores con sueldos medios y que los vayan sustituyendo por trabajadores más baratos y con menos derechos. Si es eso lo que pretende la reforma, entonces que se den por satisfechos nuestros gobernantes, pues van a conseguir sus objetivos.
            Me niego también a despotricar sobre cada apartado concreto de la reforma, porque por ejemplo, no es lo mismo veinte días por año trabajado de un sueldo asqueroso, que diez de un sueldo decente; pero insisto, no me apetece detenerme en eso ahora, porque lo que me preocupa realmente es dibujar el futuro desalentador que nos espera a la mayoría de los trabajadores de este país. Y empiezo a enumerar lo que me produce desánimo, lo primero es que sólo podamos aspirar a un trabajo de mil euros independientemente de nuestra formación, me irrita igualmente que tengamos jornadas laborables interminables que nos impidan conciliar nuestro trabajo y nuestra vida familiar, me sonroja que tengamos hipotecas altísimas que apenas podemos pagar con los sueldos que nos proponen, me deprime mucho más que no podamos aspirar a un trabajo estable que nos invite a mirar el futuro con optimismo, etc., etc., etc. ¿Me quieren decir que van a desaparecer todas mis preocupaciones con esta reforma laboral?
            Motivos para quejarse hay muchos, y para no hacer nada también, entre tanto algunos amigos míos, altamente cualificados, se plantean la posibilidad de buscar mejores perspectivas en otro país. No sé si al final ese será mi caso, tengo el ejemplo de los padres de mi mujer que emprendieron ese camino y que no les fue mal, así que esperaré un tiempo y si no veo garantías de futuro tomaré esa decisión. Mientras tanto, como reza el dicho, “todos a trabajar como chinos”.

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