martes, 3 de abril de 2012

29 - M

     Las fechas son significativas si rompen con una tendencia o una rutina predeterminada. No sé si el día 29 de marzo fue una de ellas, salimos a la calle con motivo de la huelga general y la convocatoria tuvo un amplio seguimiento. Lo de atribuirle mayor o menor éxito me parece poco relevante en estos momentos. Había muchos motivos para estar allí rebelándose ante una reforma laboral que nos hace más vulnerables ante el futuro, y creo que el sentimiento era común entre los que estábamos allí. El tiempo dirá si este movimiento tuvo continuidad y si sirvió para cambiar las cosas.
            Personalmente afronté la protesta con rabia, la que proviene de la impotencia y de la injusticia, por sentirme arrastrado hacia un modelo económico y social con el que no me identifico; porque avanzar en la competitividad simplemente abaratando salarios es un fracaso, no sólo del gobierno que lo aplica, sino también del conjunto de la sociedad. Ese empobrecimiento generalizado nos desmotiva, al igual que desincentiva la innovación, la investigación y el desarrollo, y además nos hace más temerosos con el futuro. No creo que ese sea el camino, y lo más grave, tampoco creo que sea el camino de los socios europeos que tan alegremente aplauden estas medidas.

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