
Apenas
sobrevivió una pequeña parte de la producción, la que se suponía que era más
rentable, o más competitiva como gusta decir ahora en círculos económicos para
desvincular el asunto del componente avaricioso, otros, sin embargo, abrieron
su propio camino, obviando las excusas de falta de competitividad se lanzaron a
crear una línea de galvanizados, Galmed, sin tener experiencia previa en
empresas de este tipo, con mucha ilusión y con mucha rabia. Consiguieron que
fuera rentable, crecer y conseguir inversores, hasta el punto que hoy en día
dan empleo a cerca de mil personas.
Llegados a este punto
debería explicar que en este camino de éxito participó mucha más gente, que
confió e invirtió en el proyecto, entre otros una multinacional alemana que es
la que ha acabado asumiendo su control, y que es la misma que ahora quiere
vender o cerrar la empresa con excusas de falta de competitividad. No sé si son
ciertos esos parámetros, desde luego tengo información de primera mano de
trabajadores que me dicen lo contrario, tampoco conozco las intenciones de la
multinacional, porque tiendo a malpensar que hay horizontes más rentables o más
cómodos para ellos, en cualquiera de esos países que tienen escasez de derechos
y de salarios; pero de lo que sí estoy convencido es que tanto hoy como hace
treinta años, debería haber un futuro de esperanza para la ciudad y para la
gente que se queda por el camino. Por todo ello, NO AL CIERRE DE GALMED y mucho
ánimo en la lucha.
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