lunes, 3 de junio de 2013

COMPETITIVIDAD


     Hace unos días participé en una manifestación en el Puerto de Sagunto para evitar el cierre de Galmed y fue inevitable retrotraerme treinta años atrás. Por entonces yo tenía once o doce años y no conocía nada del tema de la siderurgia, lo único que me planteaba era que el cierre de los Altos Hornos de Sagunto afectaba al futuro de la comarca y que yo no quería eso para mi entorno. Aterricé de manera pintoresca en algunas manifestaciones de la época sin conocer siquiera a los que se manifestaban, con el convencimiento de que aquellas movilizaciones podrían servir de algo; pero no fue así y el proceso de reconversión industrial siguió adelante con toda su crudeza.
            Apenas sobrevivió una pequeña parte de la producción, la que se suponía que era más rentable, o más competitiva como gusta decir ahora en círculos económicos para desvincular el asunto del componente avaricioso, otros, sin embargo, abrieron su propio camino, obviando las excusas de falta de competitividad se lanzaron a crear una línea de galvanizados, Galmed, sin tener experiencia previa en empresas de este tipo, con mucha ilusión y con mucha rabia. Consiguieron que fuera rentable, crecer y conseguir inversores, hasta el punto que hoy en día dan empleo a cerca de mil personas.
            Llegados a este punto debería explicar que en este camino de éxito participó mucha más gente, que confió e invirtió en el proyecto, entre otros una multinacional alemana que es la que ha acabado asumiendo su control, y que es la misma que ahora quiere vender o cerrar la empresa con excusas de falta de competitividad. No sé si son ciertos esos parámetros, desde luego tengo información de primera mano de trabajadores que me dicen lo contrario, tampoco conozco las intenciones de la multinacional, porque tiendo a malpensar que hay horizontes más rentables o más cómodos para ellos, en cualquiera de esos países que tienen escasez de derechos y de salarios; pero de lo que sí estoy convencido es que tanto hoy como hace treinta años, debería haber un futuro de esperanza para la ciudad y para la gente que se queda por el camino. Por todo ello, NO AL CIERRE DE GALMED y mucho ánimo en la lucha.

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