Circunstancias
profesionales me acercan a las playas del Mediterráneo, en un entorno casi paradisíaco,
en el que he vuelto a tener un contacto exhaustivo con la gente. Las tertulias
de bares y el contacto con el público son gratificantes en la mayoría de los
casos, y enriquecedor, en la medida que se interconectan pequeñas historias
entrelazadas de gente de paso, incluso yo me siento así detrás del mostrador,
viajero y errático, efímero; hasta el punto que he estado tentado de dejar
referencia de mis datos personales a más de uno, pero luego, recapacitando, lo he
dejado correr, animado por la necesidad de incertidumbre, de aquella mágica experiencia
de poder reencontrarnos en cualquier parte, bajo cualquier circunstancia, en cualquier
playa paraíso, o donde quiera que el azar nos lleve.
No hay comentarios:
Publicar un comentario