viernes, 8 de enero de 2016

EXCENTRALIDADES

       Hace unos días leía un artículo en un periódico de ámbito nacional que vaticinaba el cierre de la mayoría de  grandes centros comerciales de Estados Unidos en unos quince años. La competencia de plataformas como Amazon, y otro sinfín de bazares virtuales, provoca un auge creciente del comercio electrónico que hace innecesario acudir con tanta frecuencia a las tiendas físicas, máxime si esas plataformas son capaces de servirte el producto directamente en casa y en pocos días. Hasta El Corte Inglés se anima a competir en España con Amazon y se compromete a entregar determinados artículos en el exiguo plazo de dos horas.
       No sé cómo va a evolucionar el tema, los expertos recomiendan que dichos centros se reconviertan en verdaderos centros de ocio para seguir captando la atención del consumidor, pero aquí en nuestro país dudo que esa voluntad sea suficiente para mantenerlos con altas cotas de atractivo, y como consecuencia de esa falta de rentabilidad intuyo que volverá a resurgir el comercio local de los centros urbanos. De hecho, hace unos años viajaba a la isla de Menorca y me explicaban que en ese lugar estaban prohibidas las licencias para las grandes superficies comerciales en aras a no perjudicar la fuerte artesanía del comercio local. Entonces me pareció una actitud baldía y contracorriente, pero dadas las circunstancias sobrevenidas, quizás me atrevo a juzgarlo como un acierto a la hora de preservar el desarrollo del tejido urbano y cultural de ese territorio.
                Recuerdo también mi experiencia universitaria de los años noventa, y como entonces surgían los primeros grandes centros comerciales en España, en concreto en Valencia se bautizaba la nueva implantación del Corte Inglés en un megacomplejo con el peculiar nombre de “Nuevo Centro”, y como a partir de ese tipo de experiencias crecía la ciudad en torno a grandes “tinglados”, especulación urbanística incluida, que desde la Universidad sobredimensionaban con la perspectiva de la inevitable multicentralidad de las grandes ciudades. Por descontado, dicha concentración del negocio acabó con mis venerados cines de barrio, aparte de problemas tecnológicos, y se permitió que se aglutinara el ocio en torno a espacios masivos, los mismos que temen ahora ser sustituidos por unas plataformas comerciales impersonales. Y no sé, no sé,…, pero ojalá los cambios sean para bien, y nos permitan recuperar los centros urbanos y esos espacios perdidos, de la plaza cercana, de los centros multiculturales, del teatro, del patio de colegio, y por supuesto, de esos cines maravillosos que tanto añoro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario