
La
inteligencia emocional es un campo del conocimiento que cada vez cobra mayor
interés, conscientes de que la racionalidad no es el único camino para el
equilibrio personal, es más, diría que es un aspecto fundamental que todos necesitamos
desarrollar para un completo desarrollo de nuestra personalidad. Interactuar
emocionalmente con el entorno es una obligación, pero no sólo para entender lo
que pasa a nuestro alrededor, sino también para comprendernos a nosotros
mismos, pues son los demás los que reflejan en todo momento las emociones que
despertamos en ellos.
Despertar
emociones en los demás es algo hermoso pero también es algo delicado y
complejo, existe la posibilidad de adaptar nuestra propia personalidad en
función de lo que piensan de nosotros mismos, de la imagen que
proyectamos sobre los demás, e ir amoldando nuestro comportamiento a lo que queremos que piensen de nosotros, o
simplemente cerrar nuestras emociones en banda al menor indicio de un entorno
adverso, realidad que es especialmente traumática en entornos hostiles a gran
escala, en los que tendríamos que soportar sentirnos agredidos o incomprendidos
día tras día y en multitud de circunstancias. Sobrevivir en un entorno
emocionalmente adverso es un suplicio, también lo es percibir el dolor ajeno y
no ser capaz de hacer nada, porque el dolor se te mete dentro y se convierte en
sufrimiento; pero bueno, no voy a ponerme dramático, las emociones son
esencialmente bellas, la alegría de la gente, el enamoramiento, la esperanza,
la complicidad y todas aquellas emociones que nos hacen crecer y ser mejores
personas. Y es que realmente si fuésemos capaces de hacer consciente todo lo
que sentimos podríamos reflejar un mundo más hermoso y menos cruel.
No hay comentarios:
Publicar un comentario