martes, 26 de junio de 2012

PERCEPCIÓN Y DESARROLLO DE LA PERSONALIDAD

     Seguimos presos de nuestra imagen y las redes sociales potencian esta paranoia hedonista como si pudiéramos aspirar a controlar todas las emociones que despertamos en los demás. A veces convendría recordar que una imagen borra a otra imagen, Kundera habla de ello en su libro “La inmortalidad”, donde se mofa del esfuerzo de determinados personajes por construirse una imagen que luego las circunstancias acaba transformando en parodia. Se me ocurren muchos ejemplos parecidos, de personajillos que presumen de seriedad y de impoluta trayectoria, pero que luego acaban perteneciendo igualmente a la inmortalidad ridícula que recrea este autor. Yo, por supuesto, presumo de ser un tipo poco serio, y espero que como tal se me considere, y sirva como ejemplo de ello mi reciente entrada de El Penefactor, que es una de esas chaladuras que se me ocurren los fines de semana y que acaban reflejadas los lunes en este sucedáneo de blog que tengo a mi disposición.
            Entre las divagaciones que forman parte de mi parte reflexiva están aquellas que hacen referencia a mi personalidad, porque realmente no sabría definirme de manera coherente, supongo que tendría que recopilar las muchas imágenes que proyectan los demás sobre mí y hacer un compendio de todas ellas. Otra cosa es creerme en la ilusión de que esa imagen responde fielmente a lo que soy, porque tiempo hace que condiciono mi comportamiento en función de las emociones que despierto entre la gente que me rodea, porque paranoia o no, me es imposible disociar mi timidez de un entorno emocionalmente adverso, o me es muy dificultoso esconderme en un entorno de necesidad afectiva. En esas ando, sobreviviendo a mis percepciones y a las de los demás, y con la esperanza, como todos, de ser medianamente aceptado.

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