domingo, 15 de julio de 2012

FRAGMENTOS - EL TESTAMENTO

     Antonio y Teresa entrelazaron sus vidas y se prometieron amor eterno. Ambos anhelaban una familia numerosa, tres o cuatro criaturas de hermoso aspecto y de buen corazón. Serían los portadores de grandes pensamientos, u­na cadena en la tradición familiar, sin lugar a dudas, el mejor exponente de la capacidad mecánica del ser humano. Al primer niño le llamaron Moisés, en honor al abuelo. El bebé tenía las manos grandes y Antonio comprendió enseguida que sería un buen trabajador de la construcción. Al segundo, una niña, le pusieron el nombre de María, al tercero Alejandro, y por último, al pequeño, le pusieron Antonio, como su padre. Todos juntos formaron una unidad comple­ta, una familia organizada de seres vivos en torno a un sueldo. La misión di­vina ya estaba satisfecha, Antonio ya podía descansar tranquilo.

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