Necesitaba que Beatriz regresara junto a mí y que
empezara a creer también en mis sueños, sacarla de aquellas calles desiertas
sin significado, sin pasado, muy lejos de lo que un día soñó en voz alta junto
a mí, para que me acompañara a mi ciudad, a mi viejo barrio, para ayudarla a
perderse en él, a descubrir sus calles, sus plazas y sus parques; a tropezar
con lo inesperado y sentirse indefensa, a descubrir que la calma no depende de
lo permanente, sino de lo efímero, y que nunca se llega al final del camino. Si
viniese conmigo la llevaría también a contemplar la librería de Alejandro, para
que se reencontrase con un pasado cercano y pudiera volver a creer en la
posibilidad de cambiar las cosas, de transgredir incluso nuestra propia
fatalidad. A creer en todo lo que seríamos capaces hacer juntos, en todos esos
proyectos maravillosos que nos quedaban pendientes por hacer y que con la
bendición de nuestro buen amigo Alejandro podríamos retomar. Si regresara a mi
casa cualquier noche la invitaría a abrir las ventanas de mi habitación y
dejaría que entrase la luz desbordante de las luminarias, para que limpiase de
sombras los rincones de mi casa, vieja y fría, y que iluminase su cara, dulce
yhermosa, entonces volvería a
enamorarme, a cada instante, con cada gesto iluminado.
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