lunes, 6 de agosto de 2012

EXISTENCIAS EFÍMERAS

     La vida es un accidente que de cuando en cuando nos deja algún rastro. La existencia humana sólo debería ser una infinitésima parte de esa anomalía, pero cada vez nos creemos más importantes en nuestro insignificante devenir y ya no somos capaces de mirar hacia nuestro alrededor para empequeñecernos. Recuerdo mis primeras nociones de arquitectura bioclimática, en las que el profesor comenzaba su discurso cuestionando el mismo concepto de ecología, pues a decir verdad no deja de ser un mero eufemismo dentro de nuestra descomunal avaricia, a lo que apuntaba que si cualquiera de nosotros quería ser un verdadero ecologista, entonces, “¡tenéis que pegaros un tiro!”, proclamaba para la sorpresa de los presentes, porque “las plantas son los únicos seres vivos que no necesitan de ningún otro ser para sobrevivir en este planeta”.
            Nada que objetar al razonamiento, los humanos somos parásitos y dañinos para nuestro entorno, sólo que me gustaría añadir que también lo somos respecto de nosotros mismos, porque la civilización no avanza como debiera garantizando una vida digna para la mayoría de nuestros congéneres, porque sustituimos un sistema por otro, una ideología por otra y seguimos en las mismas, expandiéndonos sin control, agotando los recursos naturales y justificando nuestras propias vergüenzas.
            Todo este viene a colación de las declaraciones de nuestro esperpéntico ministro de justicia, que por si no tuviera poco con recortar derechos y libertades encareciendo la justicia, ahora se atreve a querer prohibir que se aborte cuando hay riesgo de malformación del feto, pues nada señor ministro, ánimo, anteponga sus argumentos pseudo-religiosos al resto de la ciudadanía, y sigamos alimentando nuestro egocentrismo con la excusa de que hay que proteger cualquier forma de vida, que seguro que nos va bien en el empeño.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario