No deja de sorprenderme la
clarividencia de ciertos analistas a la hora de abordar la problemática de los atentados
yihadistas, ahora en París, pero en tantas otras ocasiones en lugares
invisibles para los medios de comunicación, o para nuestras conciencias, como
si no nos importaran las vidas que saltan por los aires en esos países todavía en
desarrollo. Quiero pensar que también nos importan, al igual que las vidas de
los inocentes parisinos que ya no están con nosotros por la arbitrariedad de
unos fanáticos. Por eso, quisiera expresar mi repulsa a tanta violencia con un
fragmento de mi anterior novela “Referencias de la Memoria”, en el que confío inocentemente
en otro mundo mucho más amable que este.
- “Ya sabes el procedimiento, un día te toca caer
a ti y otro a mí. Además, si quieres recuperar el ánimo tenemos que seguir
tropezando, eliminando referencias, credos y modelos de virtud, deja que sólo
quede el amor y un montón de pensamientos, de libros, de hermosas
conversaciones, y deja de llorar por lo que ya no tiene remedio, debes comprender
que al final del dolor que tanto te aflige está la serenidad. Deja que Beatriz
sea un hermoso recuerdo, deja que volvamos a ser eternos. Sólo tenemos que
pedir fuerza, mucha fuerza, y humildad, para ser sensibles y no caer en la
desesperación. De nada nos sirve la fortaleza para no sentir, de nada nos sirve
nuestra sensibilidad para ser ajenos a todo lo que nos pasa, tenemos que ser
fuertes y a la vez efímeros, tenemos que ser…”
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