miércoles, 4 de noviembre de 2015

REDES SOCIALES

Cada día se hace más necesario dotarse de una red de comunicación, propia o ajena, para acceder con un producto determinado al gran público, y la literatura, buena o mala, también participa de esa dinámica. No me quejo por ello, es más, lo considero una oportunidad para advenedizos como yo, o para esa gente con talento que todavía está por descubrir. También he de reconocer que me he divertido mucho en este simulacro de promoción literaria, por la calidad humana de mis amigos, por lo canalla del mensaje de mi protagonista, por haber conocido a gente ciertamente interesante por el camino, por la emoción de descubrir la implicación de la gente que más me quiere, con sus detalles, por ejemplo una tía mía ha tenido el detalle de donar un libro mío a su biblioteca y ese gesto me ha hecho el autor más feliz del mundo, o por el entusiasmo de mi pequeño club de “fans”, penefactores empedernidos que practican el altruismo sexual allá por donde van desde la más absoluta abnegación. A todos ellos, gracias, por los ánimos recibidos y por el interés mostrado.

Y ahora me toca la soledad del proceso creativo, cuando se apagan las luces, y vuelvo a mi humilde faceta de autor, en la que más cómodo me siento, porque me gusta el enorme vacío de este blog y el infatigable esfuerzo por recrear historias ajenas. Vivir y ser vivido, quizás esa sea mi mayor satisfacción.

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