viernes, 5 de febrero de 2016

RECURRENCIAS

          En un entorno agresivo nuestro cerebro se estresa como mecanismo de supervivencia, en muchos casos por una sobrerreacción derivada de nuestros miedos más incontrolados. Esta circunstancia, a menudo pasajera, no es más que un accidente si no se prolonga demasiado en el tiempo, pero si por el contrario tenemos la desgracia de atravesar momentos de mayor dificultad, puede que ese trance nos genere un sufrimiento completamente innecesario.
          Una persona inteligente se escapa de este círculo vicioso analizando todas las variables, descartando falsas alarmas y enfrentándose con la tozuda realidad. Una persona obsesiva e inteligente hace lo mismo pero analiza el entorno hasta el último detalle, incluso anticipando escenarios futuros de fatalidad, hasta entrar en una recurrencia igualmente destructiva si el miedo se apodera de él; porque aunque sea consciente de ese proverbio chino que dice: ”si un problema tiene solución, ¿para qué preocuparse? Y si no la tiene, ¿para qué preocuparse?”, a veces no queda más remedio que rendirse ante nuestra propia debilidad.
          En esta tesitura, y desde mi experiencia personal, se hace imprescindible mantener la calma con entereza hasta recobrar de nuevo la lucidez, que vuelve tarde o temprano si no nos aventuramos en laberintos psicológicos extraños. Y si además confiamos en algún profesional de la medicina, es altamente recomendable recibir el tratamiento adecuado para relajar nuestro cerebro. Y si ya no funciona nada de eso, entonces… entonces sólo queda tumbarse en la cama y leerse mi libro ”Referencias de la Memoria”, porque en él abordo mecanismos de equilibrio dentro de sistemas sin referencias y creo humildemente que esa es la mejor manera de garantizarse una plaza en el psiquiátrico más cercano... yupiiiiiii, creo que voy a tener amiguitos.

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